En la genial explicación de lo que le ocurre a la economía actual, que pergeña Pablo Benavides en su libro "Restauración" se nos dice que desde hace más de un siglo no existe otro dinero que el oro, el resto es crédito. Que eso es justo de lo que yo quiero hablarles; vivimos a crédito y en manos nuestros prestamistas. Sobre todo del principal de ellos: el Estado.

El Gobierno japonés, un sistema económico al que el mundo, desde el final de la II Guerra Mundial, le ha permitido creer a base de dinero al 0%: ahora no tiene quién le compre su deuda o el comprador se está convirtiendo en su secuestrador.

En Estados Unidos, Donald Trump se enfrenta, con su prometida rebaja de impuestos a una rentabilidad del bono a 10 años en el 5%. Lo cual, significa, para entendernos, que si quiere que le compren la deuda pública norteamericana tendrá que endeudarse aun más. Y claro, responden los economistas bienpensantes, no es posible bajar los impuestos o no tendrás para pagar el capital y los intereses de una deuda cada vez más cara. ¡Ah!, y que no sería el primer mandatario al que destruyeran los mercados financieros.

Donald Trump hace bien en anunciar una rebaja de impuestos. Pero es que, si reduce ahora los impuestos, se provocará una crisis de deuda. Pues a lo mejor... y aún así hay que hacerlo, aunque habrá que tener cuidado con el ritmo de aplicación

A ver si nos entendemos. Es verdad que podemos estar ante otra posible crisis mundial de deuda. Sí, pero eso no se corrige a lo socialista sino a lo liberal, al menos en la versión más tópica de ambos conceptos: en el socialismo el Estado manda mucho, en el sistema económico liberal, lo privado manda mucho. 

Digo en el sentido más cierto y certero de ambos términos porque el liberalismo no es la defensa de los mercados privados o de las empresas privadas, sino la defensa de la pequeña propiedad privada, mientras el socialismo sería, no la defensa de lo público sino de lo grande, sea esto el Estado, que siempre es grande, o las grandes empresas que, al igual que el Estado, siempre trabajan con el dinero de los demás.

Pero en el sentido más tópico, el que estoy empleando ahora mismo, socialismo es lo público y liberal lo privado. 

Pues bien, es posible que Donald Trump se enfrente a los mercados, en una guerra donde esos mercaderes no le comprarán su deuda pública o le exigirán un precio desorbitado por ella. 

Ahora bien, eso no indica, como se concluye en tantos análisis financieros, que la deuda pública sea buena o, cuando menos, un mal necesario. 

Que no: que lo que hay que hacer no es subir los impuestos sino reducir el gasto público. En la Europa actual y en el Estados Unidos de Joe Biden, hay que reducir el Estado del Bienestar. Esa es la gran revolución pendiente.

Pero es que si reducen ahora los impuestos se provocará una crisis de deuda. Pues a lo mejor... y aún así hay que hacerlo, aunque habrá que tener cuidado con el ritmo de aplicación. Lo que no se puede hacer es mantener un sector público, siempre alimenta-vagos, que asfixie al elemento más productivo de la sociedad, a aquel que se ha creado su propia nómina, es decir, al emprendedor, al profesional, al autónomo... a los elementos más productivos de la sociedad. 

Costará una generación, como poco, acostumbrar a la gente a que debe vivir gracias a su salario, no a las subvenciones públicas... alimenta-vagos

Dicho de otro modo: Donald Trump hace muy bien en reducir impuestos: es lo que tiene que hacer. El dinero, donde mejor está es en el bolsillo de quien lo ha ganado honradamente. 

Otra cosa es que, a lo mejor, dado que la deuda pública nos sale por las orejas, también a España, a lo mejor la reducción del Estado del Bienestar no puede ni debe hacerse a menor ritmo del posible y sobre todo, costará una generación, como poco, acostumbrar a la gente a que debe vivir gracias a su salario, no a las subvenciones públicas... alimenta-vagos.