Pablo Benavides sorprendió a todos con un libro titulado Señales del Fin. Él mismo aclaraba algunos conceptos, porque cuando se habla de la Parusía conviene hilar muy fino. Por ejemplo, distinguir entre el fin del mundo y el juicio de las naciones o fin de la historia, que no tiene por qué ser lo mismo.
Por ejemplo, casi todas las apariciones marianas, uno de los fenómenos de nuestro tiempo, la Madre que acude en ayuda de sus hijos en uno de los momentos más difíciles de la historia, se guían por las revelaciones de Garabandal (1961), en las que Benavides cree como creo yo, por más que no hayan sido reconocidas por la Iglesia. En Garabandal, la Madre de Dios habló deaviso, milagro y castigo. Lo primero, una especie de examen particular, pero global, de conciencia y a lo mejor más de uno, a lo mejor todos, nos percatamos de que somos un poco más cabrones de lo que pensábamos.
A partir de ahí el milagro y, si la humanidad no cambia, el castigo.
Pues bien, la degeneración global, la violencia creciente y la fe menguante, en suma, el escenario en el que nos movemos, ha provocado una curiosa situación: el miedo generalizado, el terror telúrico, al cambio climático, la violencia creciente o la pretendida crisis económica ha provocado que muchos ateos coincidan como muchos católicos en que las señales del fin son cada vez más evidentes... que algo grave va a ocurrir.
En este marco tan especial, Benavides nos explica por qué esa crisis económica llegará por sí sola, a través de una inflación monetaria que puede dar al traste con cualquier economía o por qué la guerra de Ucrania puede extenderse a toda Europa.
Lo más sarcástico de todo este panorama, insisto, puro consenso social, aunque muy pocos acierten con las causas y, por tanto, con las consecuencias, está en quienes reivindican, como solución, una revolución cuando Benavides solicita una restauración, mejor dicho, varias: la de la ley natural, la restauración de la identidad masculina y femenina, restauración de la educación, de la propiedad y de la unidad de la Iglesia, enfrentada hoy en banderías de todo signo, obispo contra obispo en un ambiente de confusión donde la herejía se eleva a doctrina y en el que se confunde el bien con el mal.
Con Restauración, Benavides ha cuajado como uno de nuestros grandes ensayistas. Por de pronto, de la historia y de la economía.Tenemos ante nosotros un gran ensayista y no nos hemos dado cuenta, quizás porque es un católico consecuente, y ya se sabe que si eres católico no puedes ser un intelectual. Es como lo que decía mi nieto de tres años a su maestra: "Tú no puedes ser mamá porque eres 'profesora'".