Dicen que León XIV aún esconde su programa. Pero debe ser un programa bonísimo porque a Yolanda Díaz no le gusta este Papa y esto, convendrán conmigo, resulta definitivo.
Yo no quiero darle consejos al Pontífice porque él ya sabe equivocarse solo pero viene a cuento recordar la vieja frase del equipo de propaganda de Bill Clinton, con alguna modificación: "Es la Eucaristía, estúpidos, la Eucaristía". Ahí radica todo su programa, no en ningún otro sitio.
Sí, el principal problema de la Iglesia actual no es la caída de la práctica religiosa, ni la increencia generalizada ni el materialismo práctico, ni tan siquiera el descenso de vocaciones. El problema, casi diría, el único problema, porque todo lo demás deviene por añadidura, es la desacralización de la Eucaristía, porque la Iglesia vive de la Eucaristía y la Iglesia es la que mueve al mundo.
En mayo hemos festejado a dos santos de la Eucaristía: San Pascual de Bailón y San Juan de Ávila.
¿Por qué le apodaron Bailón? Pues porque el maño Pascual era hombre sin formación, al que un hermano franciscano sorprendió un día bailando ante una imagen de la Virgen. Su explicación: como no tengo cualidades le ofrezco mi danza campesina.
Pascual era hombre del siglo de Carlos I y Felipe II, muerto en 1598, de profesión pastor hasta que los franciscanos le aceptaron como lego y, por esa formación no muy amplia, le encargaron tareas menores, como las de cocinero o portero. Apenas sabía leer y escribir pero hablaba de la Sagrada Eucaristía con tanto tino que otro de sus compañeros trenzó los siguientes ripios:
Profeta y Predicador,
Teólogo consumado".
Santo de la Eucaristía, a Pascual Bailón se le oyó gritar un día, en plena misa, poco antes de la Consagración: ¡Ya viene, ya llega!
Vamos ahora con San Juan de Ávila, que no era de Ávila, sino de Ciudad Real, patrón del clero secular español. Aconsejó a los teólogos de Trento, la mayoría de ellos jesuitas, que había que formar a los sacerdotes y a la prensa, y fue Trento quien generalizó la enseñanza reglada del clero en los seminarios.
Anécdota: en cierta ocasión san Juan de Ávila entró en un templo, un cura estaba diciendo una misa que más parecía una burla. San Juan se acercó a él por detrás y le dijo: "Trátalo bien, que es hijo de buen padre".
El futuro de la Iglesia, y del mundo, depende de que cada católico crea que en las especies sacramentales se encuentra el mismísimo Dios, con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. El resto; ¡pura añadidura! ¿Y con eso se arregla el mundo? Sí, con eso solo.