La vicepresidenta primera del Gobierno Sánchez, doña María Jesús Montero, se coló en las procesiones romanas de las cofradías españolas, que peregrinaron, por primera vez, en Roma. Lo hizo, naturalmente, vía RTVE, que es lo suyo, con entrevista incluida, para que Marisu pudiera mostrar al mundo la representación católica del Ejecutivo español, presente en la misa de inicio del pontificado de León XIV. 

La cofrade Marisu no encuentra incoherencia alguna en ser miembro del gobierno más cristófobo de la historia de España y alabar a las cofradías españolas de Semana Santa. Y a mí no me preocupa que Marisu sea vicepresidenta del Gobierno social-comunista, lo que me preocupa es que sea cofrade.

No me resigno a ignorar este vídeo sobre Marisu Montero, una mujer muy coherente, que para cantar las excelencias de la Cofradía del Cachorro, en ningún momento alude ni a la redención ni a Jesucristo, sino al gran valor cultural y artístico así como a la dedicación de la cofradía a los más 'vulnerables'. Esto es lo importante. Lo de la muerte de Cristo en la cruz por el género humano resulta un detalle absolutamente secundario y escasamente relevante.

Para entendernos, una cofradía no es un acto de penitencia de un hombre pecador que quiere redimir su culpa corredimiendo con Cristo. No, una cofradía es un acto artístico con cierta preocupación por los más vulnerables.

Al mismo tiempo, la misma Marisu, le deja claro, en la misma entrevista, al Papa León XIV, cuál debe ser su hoja de ruta: debe seguir, sin desviarse un poquito de la línea del Papa Francisco que, no lo olvidemos fue el Papa que calificó el aborto como un "descarte", o que sentenció que la eucaristía hace la Iglesia, dos sentencias que sin duda, Marisu hubiese aplaudido con entusiasmo. 

Recuerden las palabras de San Juan Pablo II: el martirio actual se llama coherencia. Marisu es una cofrade de lo más coherente.