Original y claustrofóbico thriller del joven director murciano Juan Albarracín, que carga su peso en el duelo interpretativo mantenido por Javier Pereira (Stockholm, Que Dios nos perdone) y Fernando Cayo (Padres, La casa de papel). Albarracín, como otros directores jóvenes apuesta por un film de presupuesto modesto, con un único escenario y prácticamente sólo dos actores, que podría ser perfectamente una obra teatral.

Abel es un brillante arquitecto que padece agorafobia y lleva tres años viviendo aislado y encerrado en su casa de la montaña. Ante una oportunidad profesional importantísima, para la cual debe abandonar su hogar decide, como última terapia, aceptar  la oferta de un vecino, José, un prestigioso adiestrador canino que está convencido de que sus técnicas con los perros pueden corregir el problema de Abel.

Siempre se habla del peligro de cosificar personas pero aquí da la vuelta a un asunto que está de actualidad, el confundir animales con personas (salgan a la calle y verán actitudes que les asombrarán) o, como en este caso, animalizar personas. Al fondo el tema de hasta dónde puede llegar un ser humano por un lograr un objetivo, en este caso para no perder un trabajo importante.

El veterano actor Fernando Cayo se mete en la piel del personaje más cruel y perturbado que ha interpretado y demuestra que su carrera teatral le da la capacidad para interpretar cualquier papel con veracidad, aunque sea extremo.

Con un montaje que cuenta con escenas documentales del adiestramiento de perros, el director Juan Albarracín, que también es el guionista, ha dicho que se inspiró en el confinamiento del Covid que, desgraciadamente, provocó tantos efectos colaterales en la salud mental de muchos ciudadanos.

Para: los que quieran conocer las propuestas de nuevos e inteligentes directores españoles