Donald Trump abandonó la Cumbre del G-7, es decir la cumbre de los siete países más importantes de Occidente, para volver a Washington y dirigir la la guerra contra Irán.

Un error, sin duda, porque no hace falta volver a Washington para dirigir un conflicto bélico y porque, a estas alturas, las bravatas del tipo de me voy a cargar a Alí Jamenei, valen de muy poco.

Insisto: nadie sabe por qué Israel comenzó la guerra contra Irán dejando a Donald Trump como el tonto que presumía de estar a punto de alcanzar un acuerdo con Teherán y que, ahora, puede verse involucrado, de forma directa, en la guerra contra la antigua Persia.

Además, se olvidan los nexos entre Rusia e Irán. Ambos, ellos solitos, forman la OPEP del gas y entre ambos suman el 40% de la producción mundial.

Así, Putin ha declarado la guerra, ya no al frente ucraniano sino a los civiles de la capital, Kiev. Vuelve el Kremlin a exportar terror, a convertirse en el temido Gog de las Escrituras.

Sí, Rusia está aprovechando el conflicto entre Israel e Irán, mientras China aprovecha para imponer su ley en el Pacífico, con su obsesión por la conquista de Taiwán, la antigua Formosa. Este es el conflicto más peligroso que puede afrontar el mundo, donde Estados Unidos jugaría fuera de casa, en el Pacífico, contra dos potencias nucleares: China y Corea del Norte, apoyados por Rusia, desde el norte.

Con ello, además, se va al garete toda la inteligente estrategia con la que el republicano Donald Trump ganó las elecciones: atraerse a Rusia hacia el Occidente del que salió, en 1917, con la repugnante revolución soviética y al que no ha regresado. Este asunto, trascendental, me temo que no ha pasado de su inicio... y Rusia ha vuelto a bombardear Ucrania.

Sobre Oriente Próximo la sospecha continua en pie: el ataque israelí contra Irán, en el que Trump pasa de asegurar que no tiene nada que ver a apoyarlo con entusiasmo y hablar de matar al líder iraní, Alí Jamenei -un indeseable, desde luego-, ¿quién lo ha decidido? ¿La Casa Blanca o Jerusalén? Porque dependiendo de quién haya sido sujeto y objeto en el ataque hebreo contra Irán, sabremos si en el mundo manda Trump o si alguien manda sobre Trump.

Es el triángulo de la guerra mundial: China-Taiwán, Rusia-Ucrania, Irán-Israel. La Casa Blanca pretende enfrentarse a los tres sin contar con el origen de Occidente -Europa- y contra su descendiente directo: la Hispanidad, a la que desprecia. Debería ser más prudente y abandonar su complejo de colonia europea. Nos jugamos la III guerra mundial global.

Encima, todo ello con la ruptura de la guerra justa del pueblo elegido, concepto que Benjamín Netanyahu ha laminado y cuya primera norma era no atacar primero. La guerra justa, para el pueblo judío era la guerra defensiva. Ahora, Israel se ha convertido en potencia agresora. No hablo de Gaza, naturalmente, donde los agresores fueron los terroristas de Hamás: hablo del ataque a Irán.