Víctor Orban, primer ministro de Hungría, se ha opuesto a la manifestación del Orgullo Gay en Budapest. El problema es que Orban sí cree en el Estado de Derecho, no como Pedro Sánchez, que sólo dice que cree, y cuando el alcalde de Budapest, un progre, decidió aprovechar la manifestación del Orgullo contra el primer ministro húngaro, Orban no envió a los antidisurbios, que sí dependen de él, para condicionar ligeramente la concentración, sino que se fotografió con sus hijos y nietos y le dio la lobby gay donde más le duele: en la evidencia.
Lo que quería Orban era resaltar el imperativo kantiano cuya ética se resume en un único mandamiento, en forma de interpelación: ¿qué pasaría si todos hiciéramos justamente esto? De la respuesta a esa pregunta depende la propuesta final de si 'esto' es bueno o malo ¿Qué pasaría si todos fuéramos homosexuales? Pues que la raza humana desaparecería de la faz de la tierra. Orban no necesitó pegar ni amenazar a nadie con pegar.
La otra opción anti-orgullo es la de quienes no creen en el Estado de Derecho, de quienes son escasamente demócratas por ejemplo, el turco Recep Erdogan. Ese sí que lanzó a la policía -la suya es bastante bruta- a arrear a todo aquel que el sábado 28, día del Orgullo se manifestó en Estambul, escaparate del país en el exterior.
Y qué curioso, nuestra progresista Europa ni por un momento ha arremetido contra el fundamentalista islámico Erdogan mientras lleva semanas arremetiendo contra el cristiano húngaro, Víctor Orban.
Ahora bien, Yolanda Díaz, nuestra Yoli, no se fue a Estambul, sino a Budapest, me temo que en vuelo pagado por todos nosotros, para hacerse una foto reivindicativa contra el malvado Orban. Hizo bien: en Budapest, Yoli 'Fashion' no corría peligro alguno, en Estambul sí.
Ójala la misma pareja en un Maraton Orgullo que los lleve a Moscú, Islamabad, Teheran, Sanna, El Cairo y Gaza. https://t.co/6tqUCjg4RH
— Martin Tuitero (@TuiteroMartin) June 27, 2025
