Donald Trump tiene cosas positivas y cosas negativas. Lo que sucede es que en la balanza de las positivas hay cosas esenciales que inclinan el peso a su favor definitivamente. Por ejemplo, defiende el derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural.

Dicho esto, a Trump le pierden otras cosas mucho menos importantes, pero muy llamativas, como llamar “imbécil” al presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, por no rebajar los tipos de interés, tal y como él quiere y así rebajar los intereses de la deuda. “Puede que tenga que forzar algo”, amenazó esta pasada semana.

Efectivamente, no se puede ir insultando al personal y menos aún si eres el presidente de EEUU y el insultado es el presidente de la FED, cuya independencia debe ser respetada al máximo.

Trump se equivocó, como también lo hizo defendiendo las criptomonedas en general y el bitcoin en particular. “Trabajaremos para crear marcos de mercado claros y sencillos que permitan a Estados Unidos dominar el futuro de las criptomonedas y del bitcoin”, afirmó esta semana, durante el Crypto Summit, organizado por Coinbase.

Para entendernos, en el momento en el que el bitcoin o cualquier otra criptodivisa, tenga poder liquidatorio de deuda, tendremos un problema serio encima de la mesa. Y es que, como ya hemos explicado en alguna ocasión en Hispanidad, el bitcoin no es otra cosa que la creación de un nuevo sistema monetario, en este caso ciego, cuyo valor se rige por las matemáticas, creado no para cubrir las necesidades básicas de las familias sino para satisfacer la codicia de unos cuantos especuladores.

De la misma manera que el Estado ostenta el monopolio de la violencia para que nos proteja, al sistema financiero le otorgamos el monopolio de la fijación del valor del dinero para que preserve el valor de la propiedad privada.

Frente a las palabras de Trump, el Banco Central Europeo alertó en un informe, también esta semana, sobre la inestabilidad que pueden provocar los criptoactivos, amenaza que podría acelerarse tras el apoyo de la Administración Trump al mundo cripto. Eso está bien y sin que sirva de precedente, el BCE acierta frente a Trump, pero al mismo tiempo utiliza esa amenaza para justificar la puesta en marcha, cuanto antes, del euro digital.

Efectivamente, el euro digital no es como el bitcoin -tiene el respaldo del BCE-, pero mucho nos tememos que su lanzamiento será el principio del fin del dinero en efectivo, pieza clave para preservar la intimidad personal. Y cuanto más insisten las autoridades en que el euro digital es únicamente un complemento al dinero físico, más debemos sospechar.

¿Qué nos aporta realmente a los ciudadanos el euro digital, además de una supuesta comodidad? Nada. ¿Y a los gobernantes? El control total de nuestras finanzas.