Día ajetreado este martes para el ministro de Economía, Carlos Cuerpo quien, tras intervenir en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, intervino, vía telemática, en el curso de verano de la UIMP y la Apie, en Santander. Cuerpo estuvo una hora respondiendo las preguntas de los periodistas y, la verdad, no aclaró nada sobre las condiciones impuestas al BBVA por la OPA al Sabadell.

No se preocupen, porque más allá de posibles ajustes de plantilla, la integración tecnológica o el cierre de oficinas, la clave es la prohibición para modificar el patrimonio. Si no se puede modificar el patrimonio no se puede gestionar o se hace con los pies y las manos atadas, teniendo que pedir permiso al Gobierno a cada paso. Y así no se puede gestionar un banco.

Hecha la aclaración sobre el impacto de las medidas del Gobierno, si Carlos Torres dice no a la OPA, queda abierta la fusión BBVA-Santander, con un primer objetivo: salvar a Torres tras fracasar, por segunda vez, con el Sabadell. Efectivamente, la salvadora sería Ana Botín, que no dudaría en proponer a Torres la copresidencia del banco fusionado durante unos años, como hizo Emilio Botín con José María Amusátegui cuando se fusionaron el Santander y el Central Hispano, en 1999. 

Se fusionaría un banco enorme, el Santander, con un banco más solvente y eficiente, el BBVA, cuyo pecado es su excesiva dependencia de México. Al Santander le vendría de cine y la oportunidad, con un presidente del BBVA débil, sería única.

Ahora bien, si Carlos Torres dice que sigue adelante con la OPA sobre el Sabadell es que está jugando a la caída, más o menos inmediata, de Pedro Sánchez. Porque, además de que no se puede gestionar sin tocar el patrimonio, tampoco está claro qué sucedería cuando dentro de tres o cinco años se fueran a fusionar. ¿Seguirían vigentes las condiciones de la CNMC que velan por la competencia o habrá cambiado el mercado y Competencia tendría que elaborar otro informe?