Christopher McQuarrie, director de esta entrega y de otras tres más, además de productor y guionista, lo ha dicho alto y claro: “la filosofía de Misión Imposible es transportar al espectador a un lugar donde nunca ha estado y al que quizás nunca pueda ir”. Entendiendo en esta definición no solo escenarios sorprendentes (en esta ocasión Sudáfrica, Noruega o Puglia) sino la propia complejidad de las situaciones al borde de lo imposible (siento la reiteración pero es el término exacto) al que se enfrenta ese equipo de FMI, cuyas siglas significan Fuerza de Misión Imposible.

En la entrega anterior titulada 'Misión imposible. Sentencia mortal', el intrépido agente Ethan Hunt, y su reducido pero competente equipo, tenían que salvar a la humanidad de un todopoderoso enemigo de Inteligencia artificial que quería destruirla. La trama sigue por el mismo camino en esta nueva aventura, en la que deberán viajar hasta los confines helados del Ártico para encontrar un modo de derrocar a esa IA, a la que denominan la Entidad.

Para disfrutar plenamente de este film no hay que dar vueltas a su loco argumento sino disfrutar viendo  los peligrosos  embates a los que se ven abocados este grupo de élite (si acuden a verla a una sala de IMAX, la experiencia será todavía más inmersiva). Las escenas insuperables protagonizadas por Ethan discurren ahora en las profundidades del mar y en el cielo; es fantástica la escena de las avionetas, rodada a 3.000 metros sobre el nivel del mar, con Cruise luchando contra vientos huracanados. Más difícil imposible

Con un comienzo algo farragoso, en el  que se intenta explicar la osadia de esa IA que actúa en solitario y quiere aplastar a su creador, el hombre, esta idea  lejanamente  tiene reminiscencias de 2001, Odisea del espacio desde el momento que allí era  un ordenador, Hal, el que se rebelaba. Realmente la película sube enteros cuando demuestra por qué es la mejor saga de acción del cine, donde todo funciona como un reloj bien engrasado: la coreografía en las luchas cuerpo a cuerpo, las persecuciones (por tierra, mar y aire), el montaje picado, la banda sonora y, por supuesto el reparto, que repite.

Aunque todo parece indicar, dado los guiños constantes a las películas anteriores, que esta entrega de Misión Imposible. Sentencia final 2, puede ser la última de la franquicia (veremos qué ocurre en taquilla y si hay continuidad o no), lo cierto es que esta octava entrega no decepciona a pesar de que todo el desarrollo está plagado de secuencias a mayor gloria de Tom Cruise. Asombra, por conveniente, el mensaje pacifista que incluye que viene a defender que en la raza humana es más lo que nos une que lo que nos separa.

Para: los fans de la saga, que desean una película de acción y poco más.